viernes, 18 de abril de 2014

EL ESTADO MODERNO, BREVE RECORRIDO POR SU DESARROLLO TEÓRICO por Marcelo Garabedian

IV. Principales corrientes de pensamiento en torno al Estado

a. Max Weber (1864–1920)

Al introducirnos en un estudio sobre el Estado, no puede permanecer al margen el nombre de Max Weber. Este pensador alemán llega al análisis realista (en oposición al jurídico formal) del Estado moderno a través de un estudio histórico y sociológico de las formas precedentes de Estado. Los factores que toma en cuenta para analizar este desarrollo particular son la religión, el desarrollo del protestantismo, y el avance, en un primer momento, del comercio como fuente generadora de riquezas y, posteriormente, del capitalismo como forma cada vez más dominante de producción económica y social.

Weber define al capitalismo como un “fenómeno moderno”, considerando la característica de la racionalidad en su sistema complejo de instituciones.

Además concluye que el capitalismo surge en occidente por una serie de factores y causas particulares que lo hicieron posible. En este sentido es un análisis histórico porque entiende que su aparición no guardaba una característica de “inevitabilidad” ni de una causalidad espontánea (extraído de Zeitlin, Irving, Ideología y teoría sociológica, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1970. pág. 141).

Al respecto, Weber afirma:

“En última instancia, el factor que produjo el capitalismo es la empresa racional permanente, la contabilidad racional, la tecnología racional y el derecho racional, pero ninguna de estas causas en forma aislada.

Factores complementarios imprescindibles fueron el espíritu racional, la racionalización de la conducta en la vida, en general, y una ética económica racionalista”. (Weber, M., el autor, Historia Económica General, México, Fondo de Cultura Económica, 1944)

Es recurrente en la obra de Weber las aproximaciones al “poder” y los medios posibles para llegar a él y mantenerlo. En esta visión, la concepción de la política se aleja de las vertientes idealistas para acercarse hacia posiciones “realistas”.

En línea con lo expuesto, la titularidad de la autoridad y del poder se pone de manifiesto en la dominación. El Estado moderno, en términos del propio autor, posee el “monopolio legítimo de la fuerza” y es “una empresa de dominio que requiere administración continua”. El poder que ostenta el Estado es superior al poder de todos los individuos e instituciones dentro de un territorio dado. Es esta característica lo que le otorga su existencia política.

Weber entiende la política como enfrentamientos entre los diferentes sectores sociales, políticos y económicos por obtener el poder. Las relaciones entre las personas son, en definitiva, relaciones de fuerza, de una persona sobre la otra y de una clase social sobre la otra. Estas luchas se dirimen a través de la movilización de diferentes recursos y en última instancia, a través de la fuerza. Una vez repasados algunos de los conceptos fundamentales de la obra de Weber, como “poder”, “dominación” y “política”, abordaremos su definición sobre el Estado moderno incluido en su libro Economía y Sociedad:

“Una asociación de tipo institucional, que en el interior de un territorio ha tratado con éxito de monoplizar la coacción física legítima como instrumento de dominio, y reúne a dicho objeto los medios materiales de explotación en manos de sus directores pero habiendo expropiado para ello a todos los funcionarios de clase autónoma, que anteriormente dependían de aquellos por derecho propio, y colocándose a sí mismo, en el lugar de ellos, en la cima suprema”. (Weber, M., Economía y Sociedad, México, Fondo de Cultura Económica, varias ediciones)



El análisis sobre el Estado moderno como organización política institucional cuyo objetivo final es el mantenimiento de la dominación, es sólo una parte del trabajo de Weber. La otra gran cuestión de su obra, es cómo lograr que esta dominación sobre un territorio dado, sea duradera e incuestionable por parte de los diferentes actores del sistema. Al respecto, el filósofo político italiano Norberto Bobbio (1909–2004) nos introduce en la cuestión.



“El monopolio de la fuerza, como se ha dicho, es condición necesaria pero no suficiente de la existencia de un grupo político que pueda definirse como estado. En todos los contextos Weber añade que esta fuerza debe ser legítima. El problema que surge de inmediato es que sólo un poder legítimo está llamado a perdurar, y sólo un poder duradero y constante puede constituir un Estado […] No basta que el poder soberano sea absoluto, también debe ser perpetuo.” (Bobbio, N., Estudios de Historia de la Filosofía. De Hobbes a Gramsci, Buenos Aires, Ed. Debate, 1985; “Espacio y poder en Max Weber”)

La legitimidad guarda un lugar fundamental en la empresa destinada a la dominación política. La legitimidad es efectiva sólo cuando quien obedece la norma, la ley, lo hace entendiendo que ésta es parte de su convencimiento y de su acción. El individuo no experimenta esta dominación como una imposición no deseada, sino que por el contrario adhiere al ordenamiento político porque lo considera un acto voluntario interno, hasta el extremo de “naturalizar” una situación que es en realidad histórica, social y política como lo es la empresa de la dominación.



La legitimidad es, como dice Bobbio, el tema del “fundamento del poder”.



Para realizar este análisis, Weber vuelve a realizar un análisis histórico tratando de rastrear los fundamentos del “derecho a mandar”.



La pregunta sería: ¿por qué existen hombres que están en una posición de dominación y por qué el grueso de los individuos acepta esta dominación como “legítima”? Weber intenta responder esta pregunta construyendo tipos ideales de legitimidad del poder que se sucedieron a lo largo de la historia.



El tipo ideal es un instrumento conceptual que usa el investigador para aproximarse al fenómeno social que se desea estudiar para “comprender”. Al constituir tipos ideales, el investigador va desplazándose desde el tipo ideal a la realidad y luego vuelve al modelo teórico para constatar sus presunciones o modificarlo de acuerdo con la realidad. Con este método es posible lograr un conocimiento cada vez más específico sobre los fenómenos en estudio.



Los tipos ideales de las formas legítimas de dominación son tres: dominación tradicional, la dominación carismática y la dominación racional legal.



A estos tres tipos ideales, les corresponde una determinada forma de legitimaciónde su poder.



La dominación tradicional, expresado por Weber en el capítulo “Los tres tipos puros de la dominación legítima” de su libro Economía y Sociedad, se basa en “la creencia en la santidad de los ordenamientos y los poderes señoriales existentes desde siempre”. Aquí juega un rol importante el conocimiento personal entre el “señor” y los “súbditos”, ejerciendo una dominación de tipo “patriarcal”.



En la dominación carismática, al igual que en la dominación tradicional, también hay un contacto personal, esta vez entre el líder y sus seguidores. La naturaleza de la dominación se da en esta oportunidad por las “dotes extraordinarias” de mando que posee el “caudillo”. Esta autoridad se basa en la “creencia” de las virtudes sobrenaturales de los líderes, ya sean estos profetas, cazadores, guerreros, políticos, etc.



Para Weber, el tipo ideal que corresponde al Estado moderno, al Estado del tiempo actual, es la forma racional legal basada en “virtud de un estatuto”.



Este tipo de dominación descansa en la ley, que es impersonal (no hay una persona que disponga según su voluntad) y racional (surge como consecuencia de un saber especializado).




En este tipo de sociedades capitalistas complejas, caracterizadas por ser sociedades de masas, “la dominación creciente será a la vez la burocratización creciente”. El Estado moderno administra, gestiona y controla a través de la institución burocrática que guarda ciertas características. Está compuesta por funcionarios idóneos que perciben un salario, se basa en el expediente como herramienta para gestionar y está organizada sobre criterios racionales que garanticen efectividad y calculabilidad. Todo este edificio institucional se sostiene a través de la extracción de recursos de la sociedad, que realiza el Estado a través del cobro de impuestos. 



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